A veces el encuentro se convierte en una carrera: toda la atención puesta en llegar a la meta invisible llamada orgasmo.

Pero en la vida real no hay cronómetro ni podio. Hay risas que cortan el momento, calambres inesperados, el famoso “pará que traigo agua”.

Y justamente ahí, en medio de esa imperfección tan humana, se esconde lo que de verdad importa: conectar, sentir y disfrutar del camino más que de la meta.

Antes y ahora: ¿qué cambió realmente?

Antes, la frustración en torno al sexo estaba marcada por los mitos y la falta de información. Eso todavía sigue presente, pero hoy se suma otro factor: la saturación de discursos que circulan en internet y en las redes sociales.

Para quienes tenemos acceso a esa información, no siempre es la correcta ni se busca con interés genuino. Y al mismo tiempo, no todas las personas cuentan con las mismas condiciones para acceder a ella.

El resultado es un combo que multiplica la presión: de un lado, los viejos mitos; del otro, la sobreexigencia de un consumo que nos dice qué hacer, cómo hacerlo y cuándo hacerlo.

Ansiedad y preguntas que no paran

La ansiedad antes, durante y después del encuentro sexual se dispara. La cabeza corre en mil direcciones y terminamos ahogadxs en preguntas:

¿Le gustará lo que estoy haciendo?

¿Le gustaré yo?

¿Cuánto tiempo va?

¿Estaré tardando mucho en acabar?

...hasta acordarnos de lo que olvidamos en el trabajo ese día.

A esto se suma una “carrera” nueva: la obsesión por llegar al orgasmo.

Y la realidad es que esa exigencia, además de ser agotadora, no refleja lo que realmente importa. No todos los encuentros terminan en orgasmo, ni la calidad del encuentro se define por si pasó o cuántas veces pasó.

A veces olvidamos lo más simple: que se trata de conectar y sentir el momento.

El erotismo nace en la mente

La única clave para disfrutar es estar presentes, en sintonía con la otra persona y con nosotrxs mismxs. No siempre se da en ese “escenario perfecto” que nos venden las plataformas de contenido sexual.

En la realidad hay fluidos, risas, incomodidades y hasta calambres. ¿Quién no vivió eso alguna vez? 😅

El famoso vasito de agua después, los silencios, lo inesperado.

Y justamente ahí está la magia: en esas pequeñas cosas que construyen intimidad, confianza y erotismo auténtico. Cuando logramos soltar las expectativas, el cuerpo y la mente encuentran un lugar mucho más placentero.

Ahora te toca a vos

¿Sentís esa presión por el rendimiento?

¿Cómo vivís tus encuentros frente a las expectativas?